Friday 9 September 2011

Lofts


Un loft se caracteriza por ser un gran espacio con pocas divisiones y luminoso. El origen del loft es la Nueva York de 1950. El elevado precio de las rentas hizo que las estructuras industriales y las fábricas se reconvirtiesen en espacios utilizables. Primero de forma clandestina, fueron posteriormente rehabilitados y convertidos en locales comerciales. Pronto se amplió su uso y pasaron a ser viviendas. En la actualidad, este tipo de viviendas ha adquirido un estatus muy distinto, estando muy extendido su uso entre clases de alto poder adquisitivo y con un estilo de vida moderno.


La tendencia milimalista domina en el diseño de este tipo de viviendas, con acabados en materiales que en muchas ocasiones son propiamente los de la construcción. Normalmente constan de un solo espacio funcional y confortable. Los techos suelen ser elevados y la iluminación cobra gran importancia. Son una buena opción para la vida contemporánea.




Si posees o estás pensando en adquirir uno, te aconsejamos algunos detalles a la hora de decorar. Es importante crear sensaciones o ambientes a través de los acabados, y la división de los espacios debe producirse a través de transiciones que se efectúen a través de distintos niveles en el suelo, las texturas de los materiales empleados y los colores. Éstos suelen ser claros, en contraste con los toques industriales. En los lofts que admiten una segunda planta, esta suele ser usada como dormitorio, por permitir cierta independencia con respecto al espacio general. Considera, si posees esa planta, en decorarla de forma que contraste especialmente con el resto, introduciendo colores y materiales que resalten. Otra buena idea para aumentar la sensación de amplitud es colocar un gran espejo que recorra toda una pared, jugando siempre con la iluminación.


Ventajas de los Lofts


En sus orígenes era un tipo de vivienda que, al estar situada en las periferias y debido a su estado de precariedad, resultaba más económica que una casa habitual. Algo que no sucede actualmente.


Si hay una peculiaridad que singulariza al loft es la amplitud visual que proporciona, por muy reducidas que sean sus dimensiones.


Además de la amplitud visual, los loft suman metros reales, ya que si se trata de edificios antiguos, constituyen superficies grandes.
 
 Muros invisibles


Las posibilidades decorativas de un loft son inmensas pero, al ser estancias tan amplias, hay que poner límites para que el desorden no se adueñe de la casa. Aunque no existen barreras físicas, sí que es conveniente que determinadas áreas conserven cierta privacidad: véase el baño o la zona de trabajo (sobre todo si el loft es compartido). De una forma u otra hay que delimitar los espacios para que la vida diaria no resulte un caos. Es importante crear un eje central alrededor del que graviten las diferentes subdivisiones. Este bloque central puede constituirlo el área salón-cocina o salón-dormitorio.


La singularidad de un loft reside en que las diferentes estancias se suceden con continuidad. Para lograr esta uniformidad debe emplearse el mismo tipo de revestimiento en los suelos y paredes.


Aunque si se quiere lograr el efecto contrario, crear divisiones, se debe variar el material. Éste puede ser uno de los recursos empleados para levantar "ciertas barreras" en un espacio que seduce precisamente por ser diáfano.


El suelo de toda la casa puede ser de madera, pero al llegar al baño se cambia el registro y se alicata con baldosas cerámicas.


Iluminación


La iluminación también marca fronteras sin ocupar espacio.La intensidad y el tipo de luz recrea diferentes atmósferas: más calidas y suaves en las zonas de descanso, luz general para los espacios de reunión, etcétera. El objetivo de cualquier proyecto es potenciar la luz natural, pero hay que tamizarla si resulta excesiva.


Ubicar la cocina o la oficina doméstica en las zonas con mayor caudal lumínico natural.


Doble altura


Las dobles alturas de techo cumplen también con el cometido de limitar el espacio; no hay que tener ningún reparo en crear barreras físicas. Por levantar un muro de pavés no se desvirtua la esencia del loft. Es recomendable que cualquier tipo de partición sea móvil y desmontable. Los paneles correderos de cristal y acero son perfectos, como los muretes de ladrillo sin concluir.


Se puede abusar de una paleta cromática menos contenida que una vivienda habitual porque en el loft se dispone de amplitud visual. Rojos, ocres, naranjas, verdes, azules... lucen en toda su plenitud en los suelos o paredes. Las madera oscuras como el wengué o ipé o las piedra naturales como la pizarra aquí sí tienen cabida.


En cuanto al tipo de mobiliario, no se debe caer en la tentación de recargar el ambiente, el espacio abierto del loft ha de ser el protagonista. Es el escenario perfecto para mostrar las últimas tendencias en interiores y le va muy bien todo lo que suene a chic, vanguardista, actual o ultramoderno.


La tendencia zen, la estética sesentera o el minimalismo lo visten perfectamente. El loft admite como ninguna otra vivienda las combinaciones extremas, como mezclar, por ejemplo, un diseño actual con un clásico de los años cincuenta, piezas de líneas sobrias con muebles barrocos, etcétera.


Las empresas han tomado buena nota de la importancia que han adquirido en los últimos años y conciben programas de mobiliario especialmente diseñados para loft. Sirvan de ejemplo las cocinas que se confunden con el mueble del salón o las columnas de ducha que, además, alojan el lavabo y el sanitario.


De dos caras


Al loft hay que exigirle funcionalidad. Son muy útiles los muebles a dos caras, por ejemplo, cabeceros exentos cuya parte posterior es un práctico vestidor. El mobiliario también distingue atmósfera, como ocurre con una buena rinconera que recoja el salón o una chaise-lounge que remarque una diagonal. Es aconsejable utilizar las pocas paredes disponibles para resolver el almacenaje con estanterías y armarios (obviar las versiones exentas).


En el capítulo de los materiales, si se trata de un loft original (si era una fábrica o almacén abandonado) es imprescindible conservar parte de la construcción original durante la reforma.


Las vigas de madera o metálicas del techo o la estructura de hormigón le darán un aire industrial muy acorde con su primera identidad.


Los materiales metálicos, como planchas de acero o aluminio; los sintéticos, como la formica o los ámticos (un revestimiento vinílico para suelos y paredes), el cristal o metacrilato encuentran en él su mejor escaparate

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